Conversando con Edwards
Ayer tuvimos de invitado en la UCV (gentileza de Tobacco & Friends) a Jorge Edwards. Conversar con este el premio Cervantes y Nacional es conversar con la historia de Chile. Así de simple. En cualquier tertulia lleva sutilmente la batuta recordando e ilustrando cómo se fraguaron las élites culturales del Siglo XX, en un Santiago centrípeto donde un escritor de veinte años (Edwards en 1951) podía autoeditar su primer libro de cuentos y vender 500 ejemplares con la complicidad de unos cuantos libreros. De su voz van saliendo nombres y espacios que ya no existen, efectos de una sociabilidad que los cambios urbanos y mediales fagocitaron sin clemencia. De las vacas sagradas que él humaniza sin resentimiento, a los escritores menores que recuerda con cariño, se suman los pequeños diletantes, los poetas menores que animaban la bohemia, los periodistas estrafalarios, los aristócratas revenidos que pueblan su ficción, las tías de lengua viperina y las furias cíclicas de la política nacional. El retablo de la conversación edwardiana está poblado de un raro oxígeno con olor a historia y a tiempo recuperado.